jueves, 18 de julio de 2013

Cinefilia

INVICTUS


Por: Rubí Ceballos Castañeda


Más allá de la noche que me cubre
negra como el abismo insondable,
doy gracias a los dioses que pudieran existir
por mi alma inconquistable.
En las azarosas garras de las circunstancias
nunca me he lamentado ni he pestañeado.
Sometido a los golpes del destino
mi cabeza está ensangrentada, pero erguida.
Más allá de este lugar de cólera y lágrimas
donde yace el horror de la sombra,
la amenaza de los años
me encuentra y me encontrará, sin miedo.
No importa cuán estrecho sea el portal,
cuán cargada de castigos la sentencia,
soy el amo de mi destino;
soy el capitán de mi alma.
(Poema “Invictus”, de William Ernest Henley (1849-1903), recitado dentro de la película con el mismo título producida en 2009)



El hombre, que se jacta de ser el único animal racional, ha perdido el sentido de la convivencia humana. El debilitamiento de las bases morales se hace cada vez más presente en las sociedades. El uso de antivalores es muy frecuente. La sociedad está perdiendo el sentido del humanismo. La caridad, la solidaridad, el respeto, la reciprocidad y el mismo amor se han vuelto sólo pasajes fugaces en la vida de cada ser humano. Estas palabras parecieran no tener impacto alguno, pero si se analiza, todas estas pérdidas y carencias son el origen de un sinfín de problemas que atañen al mundo actual. La discriminación, por ejemplo, es uno de ellos.

Es irónico que, entre la misma raza, marquemos diferencias (de sexo, color, nivel socioeconómico, status social, etc.). ¿Acaso no somos parte de la misma especie? O es que, ¿nos hemos vuelto “malinchistas” de origen y rechazamos al prójimo sin motivo, razón o circunstancia alguna?
Qué desgraciada se ha vuelto la vida en este mundo. El homo sapiens parece que no hace honor a esa cualidad que lo hace tan “único”: el raciocinio. Los instintos nos dominan y nos dejamos llevar por la ira, el rencor, la soberbia y el odio. No somos capaces de conservar nuestra especie, vivimos en una constante lucha de poderes y supremacía, de saber quién es mejor que el otro, pero ¿mejor en qué sentido? ¿Dinero, poder, riqueza? No, el materialismo sólo derrumba la esencia sensitiva del hombre, solamente nos deshumaniza.

Los valores son aprendidos en casa. La familia es el núcleo principal, es la raíz y por lo tanto el reflejo de toda una humanidad. La primera escuela es ésa. Si queremos un mundo sano, debemos empezar por la familia, pero antes de intentar cambiarla, se debe comenzar por uno mismo. El cambio es individual. Bien dice un dicho popular: “La unión hace la fuerza”. En efecto, si cada ser humano intentase mejorar un aspecto diferente cada día, el mundo sería distinto, funciona como un efecto de acción y reacción.


Recomendación

La película “Invictus” (Dir. Clint Eastwood, 2009) es altamente recomendable. Los aprendizajes son muchos. La enseñanza está explícita, además de que el filme está basado en hechos reales, el contenido es buenísimo. En el filme, se abordan temas interesantes y problemáticas que se dan en la actualidad.

En lo personal, la recomiendo porque, a través de ella, podemos darnos cuenta de cómo nuestra sociedad está fragmentada, de la existencia de pequeñas diferencias que son la problemática de países enteros. Pero, no todo es tan malo, también se rescata el deseo de algunas personas que tienen el interés de regenerar los vínculos humanos, tal es el ejemplo de Nelson Mandela, un personaje que logró ganarse el respeto y la admiración de muchas personas y que hasta el día de hoy sigue conmoviendo al mundo entero. Personajes como él, son la inspiración de muchos otros que deseamos un mundo mejor.


Además, de ser motivante e inspiradora, es una película divertida y emocionante. Y todo lo que ahí se aprende es en mejora de nosotros, es fuente de inspiración para el cambio.

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