jueves, 24 de enero de 2013

Crónica urbana


MARCO Y SUS SEGUNDOS DE VIDA
                                                                                                                           

                                                                                                                             Por Monserrat Mendoza


Ya perdió, lo sabía. El sicario le apunta con el negro cañón de una treinta y ocho automática y a su costado podía observar que su compañero de mesa, en este barcito al aire libre, está saltando hacia un costado para evitar las balas, ¿o acaso su sangre?, lo que le salpique primero.

Estaba consciente de que va a morir, sólo quería saber de quién era el dinero que está en el bolsillo de su asesino, quería saber, antes de hundirse en la muerte, cuál de sus vengativos amigos fue el culpable: ¿el Chato?, ¿el Zambo?, ¿el Zancudo?, cuál de ellos quiere quedarse con la supremacía de la banda, de sus huecos de droga, de sus mujeres.

¿O no será alguno de los familiares de las personas que mató a lo largo de estos años?, ¿será el padre de la niña que terminó asfixiando después de cobrar la recompensa?, ¿el tío del Guachimán que mató por escapar y que juró que lo buscaría hasta encontrarlo?, ¿será la madre de aquel drogadicto que acuchilló porque le debía demasiado dinero?

¿Y si es la misma policía que lo está matando por venganza de los dos azules que mataron el año pasado?, ¿o el juez de su último juicio al comprender que no tenía salvación, ni cura su vicio de matar?

Podría ser cualquiera, hasta alguno de sus familiares… hartos de su mala fama que los ensucia, peor que ventilador al pie de bosta de vaca. Podrían ser los hijos que no reconoció, las mujeres que violó. ¡Su propia madre!, para evitarse la vergüenza de cada día al ocultar la cara por las calles, si es que alguien la reconoce como la que dio vida a este engendro que se sentía él.

Puede ser cualquiera, el tema es que ya perdió y las balas empiezan a morder su carne y la vida se le va, por un momento se ve que sólo piensa en… “¡Carajo!, qué bonito es el cielo azulito de esta ciudad de la cual siempre me quejé, ¡ya no siento la vida!, ¡qué linda era y yo no la viví!" 

No hay comentarios:

Publicar un comentario