martes, 29 de enero de 2013

Melomanía


NOS INVADEN
                                                                                                                                     Por Víctor Ordoñez

Y entre que sí y no se acaba el mundo, los de los ojitos rasgados andan con todo, ya sea en tecnología, economía, deporte, y hasta en la música. Y obviamente, hablando de esto último,  todos ya saben a lo que me refiero. Sí, señores, al ya famosísimo “Gangnam style” o también conocido, con el nombre de “el baile del caballo”.

Como toda canción que se encuentra en su etapa de auge (como algún día lo fue “La macarena” o hace unos meses el éxito del brasileño, Michel Teló, “Ai Se Eu Te Pego”)  esta pieza musical ya lleva varios meses en la lista de popularidad, acaso ¿vino para quedarse?

Bueno, eso lo dirá el tiempo, y tal vez no se quede, pero sí será recordada en las fiestas y una que otra vez en el antro. Lo impactante es que no sólo la canción ha pegado, sino la coreografía del coreano Park Jae-Sang (PSY) también se ha llevado la admiración de varios.
Pero, ¿qué tiene esta canción que genera tanto éxito?

Esto es lo mismo que se preguntan los entendidos en la materia, quienes en la última edición del Mercado Internacional del Disco y de la Edición Digital, el MIDEM 2012, analizaron el mercado asiático como productor de música.

Allí, el ex guitarrista de Megadeth, Marty Friedman, sostuvo que el fenómeno musical asiático es “grito y plata”. Claro, porque el hombre se sacó la chaqueta de cuero y colgó sus guitarras para dedicarse a la producción de música pop en Japón. ¿La fórmula? Letras pegajosas, banales y agrupaciones con varios integrantes, que venden miles de discos; fenómeno que también se repite en Corea, y, en menor medida en Taiwán y China.

La invasión asiática está tomando forma y nuestro país no es ajeno a esta realidad. El K-pop (Pop Coreano) se transformó en una de las tendencias que arrasa entre los adolescentes mexicanos. Con decirles, que ya hay planes para que se lleve a cabo el primer festival de K-pop en México, con la finalidad de que los gustos musicales se amplíen y sobre todo se aprecie la música extranjera.

Todo indica, que la búsqueda de letras simples, pegajosas, banales son la nueva moneda de oro en la industria musical, si no habrá que preguntarle a PSY cuando venga a México con su pegajoso y millonario “Gangnam Style”.

jueves, 24 de enero de 2013

Crónica urbana


ODISEA CITADINA
CRUZAR LA CIUDAD... EN AUTOBÚS


Por: Yolanda Enríquez


Hace ya un par de semanas, debía ir presurosamente (en sábado por la mañana) al Complejo Cultural Universitario, el cual como ya sabemos se localiza al sur de la ciudad. Sin embargo, una noche anterior, después de una salida de antro, unos maleantes habían forzado mi carro rompiéndole la chapa.

Dadas las circunstancias me apresuré a abordar “la micro” hacia mi destino. Cabe aclarar que mi casa  se localiza al norte de Puebla.

Eran las ocho de la mañana y al subirme el hedor (porque no era ¡olor!) se hizo penetrante e insoportable. Es en este punto en el cual no sé a quien criticar, si al chofer por no abrir las ventanas y mantener aseada su unidad de trabajo, o bien a los pasajeros que de igual manera despedían un olor no muy agradable.

Tomé asiento  junto a una niña de unos 13 años aproximadamente, al parecer, su madre y su hermana  iban en los asientos delanteros de nosotras. Me sentí tranquila de no tener que compartir lugar con otra persona, hasta que la madre y las niñas comenzaron a hablar. La plática, además de tener un rico léxico de palabras altisonantes, planeaban la forma en la que la niña (sí, la niña de 13 años sentada a mi lado) le pegaría a una de sus compañeras saliendo de la escuela, la agarraría de “las greñas” y la azotaría contra la pared. Lo repito: no tenía más de 13 años.

Claro está,  me encontraba más que atónita, completamente sorprendida. Las niñas y la madre (para mi muy buena suerte) se bajaron del camión.

A la mitad del camino, se subió un señor diciendo que tenía un gran problema y que necesitaba de nuestra ayuda. Ya sabes, el típico discurso: “Una ayuda que no afecte su economía y si no tienen con una sonrisa me conformo, prefiero hacer esto que estar robando.”

El hombre olía mal, lucía humilde, sucio y su mirada estaba perdida. Cundo se estaba acercando a mí, para que le diera una ayuda económica (yo, con una actitud solidaria) al tipo se le ocurrió decirme: “¡Estás bien buena chiquita!” , en tono del Vítor de Los Sánchez.

Inmediatamente y de forma natural y espontánea le grité: “¡Muérete naco!” A lo que él me respondió: “¡Muerte pinche fresa!”

Tal era mi indignación que decidí bajarme del autobús y esperar otro. Abordé  el siguiente y después de unas “carreritas” entre los conductores, topes pasados a unos 60 km/h, empujones (¡no!, arrimones no, gracias a diosito santo y a la virgencita de Guadalupe) y gente saliéndose por las puertas del micro, logré tomar asiento. Cabe destacar, que en los microbuses casi ningún hombre cede el asiento.

Para terminar con mi odisea, me topé con un hombre que iba comiendo guayabas con la limpieza y pulcritud de un simio. Se comía la fruta y la cáscara la aventaba por la puerta. Al darme cuenta de la situación, de la manera más tranquila procedí a decirle: “Oiga señor, ¿qué no le da pena?”

El horrible hombre comenzó a reírse y no creerán lo que hizo. Tomó una cáscara y la arrojó hacia mí. No me atinó, pero la acción es la que cuenta. Y grité nuevamente: “¡muérete naco!”

Bajé del camión muy enojada, ¡tenía ganas de quejarme con alguien!, con quien fuera, con la policía, con la FEPADE, con los guardias de “Emperador”.

El transporte público es el total reflejo de la sociedad mexicana, no hay mejor espejo de nuestra sociedad que “la micro”. Todos van amontonados porque van tarde y la impuntualidad va a bordo. Gente que se quiere aprovechar de las buenas acciones de otros quitándoles con mentiras el dinero. La basura y la suciedad en la micro lo dice todo, al igual que las ofensas y  los empujones.

Cansada y apurada por llegar a mi destino, me propuse no volver a gritar: “¡muérete naco!” y tomé un taxi.

Crónica urbana


MARCO Y SUS SEGUNDOS DE VIDA
                                                                                                                           

                                                                                                                             Por Monserrat Mendoza


Ya perdió, lo sabía. El sicario le apunta con el negro cañón de una treinta y ocho automática y a su costado podía observar que su compañero de mesa, en este barcito al aire libre, está saltando hacia un costado para evitar las balas, ¿o acaso su sangre?, lo que le salpique primero.

Estaba consciente de que va a morir, sólo quería saber de quién era el dinero que está en el bolsillo de su asesino, quería saber, antes de hundirse en la muerte, cuál de sus vengativos amigos fue el culpable: ¿el Chato?, ¿el Zambo?, ¿el Zancudo?, cuál de ellos quiere quedarse con la supremacía de la banda, de sus huecos de droga, de sus mujeres.

¿O no será alguno de los familiares de las personas que mató a lo largo de estos años?, ¿será el padre de la niña que terminó asfixiando después de cobrar la recompensa?, ¿el tío del Guachimán que mató por escapar y que juró que lo buscaría hasta encontrarlo?, ¿será la madre de aquel drogadicto que acuchilló porque le debía demasiado dinero?

¿Y si es la misma policía que lo está matando por venganza de los dos azules que mataron el año pasado?, ¿o el juez de su último juicio al comprender que no tenía salvación, ni cura su vicio de matar?

Podría ser cualquiera, hasta alguno de sus familiares… hartos de su mala fama que los ensucia, peor que ventilador al pie de bosta de vaca. Podrían ser los hijos que no reconoció, las mujeres que violó. ¡Su propia madre!, para evitarse la vergüenza de cada día al ocultar la cara por las calles, si es que alguien la reconoce como la que dio vida a este engendro que se sentía él.

Puede ser cualquiera, el tema es que ya perdió y las balas empiezan a morder su carne y la vida se le va, por un momento se ve que sólo piensa en… “¡Carajo!, qué bonito es el cielo azulito de esta ciudad de la cual siempre me quejé, ¡ya no siento la vida!, ¡qué linda era y yo no la viví!" 

Crónica urbana


 LA DOBLE MORAL

                                                                                                                                          Por Rayo Flores

Tu hija vino un día con un problema grave que produjo un cisma en tu hogar. Quisiste regañarla, pegarle, insultarla por lo que hizo, pero no pudiste, Jorgito. Nunca pudiste ser muy rudo con tus hijos, no les prohibiste nunca nada, ni tampoco evitaste que salieran cuando no debían, no los regañaste cuando sabías que habían tomado licor. Les hiciste creer que eran “vivos” y que te tenían dormido, ¿recuerdas cuando se reían a tus espaldas? Ahora, tu hija te dice: “Papito, papacito, ayúdame”. Le preguntas por sus estudios y ella promete dedicarse por completo a ellos en la Universidad que te exprime la mitad del sueldo. De más está preguntar por el causante del problema, ése no va a aparecer ni hoy ni jamás. Tampoco tienes el valor de ir y encararlo, alegas que no vas a rebajarte a hablar con él cuando te preguntan sobre que harás.
Entonces te toca resolver el asunto, Jorgito. Le prometiste, delante de tu esposa, a tu hija que no la dejarás sola y que resolverás el problema. El fin de semana vas a tomar unas cervezas después de ver el futbol con tus amigos. A ése, al que le dices “hermano”, le cuentas tu problema en la última cerveza que se convierte en tres botellas más, entre los dos. Al final con cara de vivo, regodeándose en su sabiduría, te dice que no hay problema, Jorgito, a una sobrina también le pasó lo mismo y un amigo doctor solucionó el problema en un dos por tres. La esperanza te vuelve al cuerpo, podrás demostrar que sabes cuidar a tu familia, no importa que al amigo tuyo le hayas regalado un poder para juzgarte por siempre, para reírse de ti cuando amerite la ocasión.

El teléfono suena y suena y no sabes qué hacer. Ha timbrado seis  veces pero te parecen cien. Al final contesta una voz enojada, como si lo hubieras interrumpido en un momento crucial. Tu voz suena suplicante y al dar las referencias, y al decir las palabras mágicas de: “Pagaré lo que sea”, la voz lejana suena amable y dice: “…No se preocupe, Don Jorgito, que eso se resuelve en un dos por tres”. Si al menos supieras que las matemáticas no sanan el alma.

El día del suceso tú solo acompañaste a tu hija y le diste fuerza para el asunto. En ese momento recuperas algo del sabor de ser su universo, su centro y fin de existencia, porque te abraza fuerte y la confianza en ti es deliciosa. Pero más puede la sensación del ambiente y de seguir hablando  bajo, de no mencionar las cosas por su nombre y seguir dándole nombres como “el problema”, “ese asunto”, “tu equivocación”, etc. El doctor aparece con la cara sombría y te deja esperando. Con la secretaría entregas lo pactado para ella, para el anestesiólogo y para el médico. Después de una hora sale el doctor  con cara relajada y te comunica que todo está bien, que la nena está limpia y como nueva.

Pasan los días y ella ya tiene sano el orgullo herido y está peleando por salir el sábado con sus amigas. Todos gritan, nadie menciona el argumento máximo para prohibirle la salida, así que al final se va con la sonrisa dándote a entender que eres un “tonto de nuevo”.  Al verla salir te viene de golpe el recuerdo de que tres semanas antes ella te contó que una de sus amigas quedó embarazada y que iba a tener al bebé y tú habías dicho: “¡Está bien, qué se friegue!, por hacer tonteras que no debe, y de seguro quiso abortar, pero sus padres no quisieron, eso porque ellos saben que con eso no se juega, que un aborto es pecado”. Al recordar vívidamente esas palabras, escuchas una risa desagradable en lo profundo de tu alma. 

¡Cobarde, Jorgito, no te hagas, la oyes muy bien!

Entrevista


LA AUTOESTIMA INFANTIL
 ENTREVISTA A LA PSICÓLOGA MARTA RODRÍGUEZ
                                                                                                                      
                                                                                                                                          Por Rayo Flores
Los padres son responsables de la autoestima de sus hijos. Dado que es imposible hacer felices a los hijos evitándoles cualquier tipo de contratiempo, prepararlos para afrontar la adversidad es una postura más eficaz en materia educativa. Comprender cómo se sienten, guiarles con atención y cariño constantes, no exigirles más o algo distinto para lo que están dotados y, en cambio, apoyarles para que hagan rendir al máximo sus cualidades son los consejos que propone a continuación la psicóloga Marta Rodríguez .

Para comenzar: ¿qué es la autoestima?
La autoestima consiste en una serie de pensamientos, conductas y emociones dirigidas hacia uno mismo. Lo que pienses de ti en cada momento, cómo te hables a ti mismo, cómo te trates, lo que haces cuando cometes un error, cuando alguien te critica, cuando triunfas, cuando te halagan, cuando fracasas… Todo eso va conformando tu autoestima.

¿Cómo es el perfil de un niño con baja autoestima?
Para identificar un problema de baja autoestima en los niños hay que estar atentos a lo que yo llamo "los gritos silenciosos". Los niños no son capaces de verbalizar sus emociones diciendo "me siento mal o me está pasando esto". Hay unos indicadores que nos pueden dar las pistas. Habitualmente, los niños siempre quieren decirnos lo bien que hacen las cosas y cuando un niño tiene problemas de baja autoestima no suele hablar de sí mismo o si habla, habla mal diciendo "yo no valgo para esto o todo me sale mal". Estos niños suelen atribuir el éxito a factores externos y el fracaso a valores internos. A veces, se muestran impulsivos, tienen muy poca tolerancia a la frustración. Otros son agresivos, incordian a los demás y están canalizando su frustración haciendo el mal ajeno. Estos niños no sólo hablan mal de sí mismos, sino que se apartan y no participan ni dan su opinión en el grupo porque piensan que no pueden influir en su entorno, entonces no proponen cosas o juegos. Suelen aislarse y se desplazan, evitan la comunicación y obtienen un rechazo por parte de los demás. Cuando todos estos indicadores perduran en el tiempo, hay que pensar que nuestro hijo tiene un problema y es cuando se debe pedir ayuda.

¿Qué más necesitan los niños para fortalecer la imagen que tienen de sí mismos?
Algunas veces, los problemas de baja autoestima vienen porque los padres están exigiendo demasiado al niño y él se está frustrando, no saben transmitir bien el amor o no se esfuerzan por reforzar positivamente a sus hijos. Normalmente, se interviene con los padres para obtener el refuerzo y para que el niño aprenda habilidades sociales que le permitan acercarse a los otros, convivir en su entorno y adaptarse. Este aprendizaje les viene bien incluso de cara a la adolescencia y a la importancia del grupo. Se les enseña estrategias y habilidades sociales y cómo generar soluciones alternativas en su pensamiento ante un problema. Es lo que se conoce como "debate del pensamiento", un ejercicio que les permite ver que abriéndose pueden ser valorados. Cada caso es particular y no hay una receta básica.

¿Hasta qué punto son los padres responsables de la baja autoestima de sus hijos?
La imagen que tienen los padres de sus hijos es la imagen que luego van a tener los hijos de sí mismos. Si tú valoras a tu hijo, tu hijo se valorará. Si como padre no le validas ninguna cuestión o no lo le das afecto o no le haces sentirse importante, él no se va a sentir importante. Es como un espejo, es la imagen que se devuelve a los niños. Esa imagen tiene que ser lo más ajustada posible y no debemos caer en el error del refuerzo positivo continuamente porque terminas no siendo creíble y dejas de ser un referente fiable. Es importante encontrar el equilibrio porque con un exceso de refuerzo positivo, el niño se hace excesivamente dependiente de la aprobación externa, no construye su propio criterio y está siempre intentando que le validen los demás. Pero una justa medida entre el refuerzo positivo y los límites hace que el niño construya lo que en su vida puede ser posible y lo que no.

Para concluir con este tema, ¿cómo deben los padres transmitir los refuerzos positivos a sus hijos?
Me estoy encontrando casos de padres que, a veces, no aceptan a sus hijos. Hay padres que se olvidan de sus hijos porque en ocasiones cuando son varios hermanos, los más afines al padre o a la madre o que más se parecen a ellos, están mucho más protegidos. En cambio, los que son más diferentes presentan un rechazo inconsciente por parte de los padres. A los niños hay que quererlos simplemente por el hecho de ser, pero a veces no vale solo con eso y hay que potenciarles determinadas capacidades, transmitiéndoles ánimo. La clave reside en encontrar el equilibrio entre los refuerzos positivos, que deben ser sinceros, al tiempo que se les pone límites, se les dice "no" y se les felicita por sus buenas acciones.

Le agradecemos a la psicóloga Marta Rodríguez por atender nuestras preguntas sobre este tema de gran importancia ya que es el inicio de todo ser humano en sus primeros años de vida (su autoestima) así que hay que darles atención y es que existen varias formas de ayudarlos a crecer y a creer en ellos mismos.

martes, 22 de enero de 2013

Vida y estilo


DE ANIMALES A BESTIAS
                                                                             

                                                                                                        Por: Oscar Manuel Rubio Fajardo

Perros, gatos, peces, tortugas y aves son las principales mascotas que las familias han acogido en sus hogares desde eras remotas.

Estos bellísimos animales han sido domesticados con el fin de servir a la humanidad como compañía. Sin embargo, existen muchas fallas en el compromiso de cuidar y proteger a un animal.

Pocas personas se preocupan por la vida de estos seres  y es por ello que en muchas ocasiones las mascotas acaban muertas por accidentes o por falta de cuidados.
Por lo regular,  son caprichos de niños pequeños y es por eso que regalarle un animal a un niño es a veces una irresponsabilidad. En primera instancia, un niño ni siquiera es responsable de sí mismo y por ende, no lo será de una mascota. Así que mi primera recomendación es no adquirir mascotas sin antes haber reflexionado todas las responsabilidades que conlleva.

Otro factor importante es cuando ya tenemos mascotas en casa y no nos encargamos de ellas y al igual que nosotros los humanos, los animales sienten, necesitan alimento, cuidados, medicamentos y mucha atención.

Es por ello que si tienes una mascota en casa preocúpate por ella y dedícale al menos 10 minutos de tu día para alimentarla o distraerla un rato.

Es de vital importancia que entendamos que los animales no son objetos, ni juguetes, ni estorbos; son seres vivos que con su energía nos brindan alegría, seguridad y equilibrio en el hogar. Si no tienes una mascota te recomiendo tener una. Son oportunidades increíbles para valorar de alguna forma todo lo que el mundo nos brinda.

Sí ya tienes una mascota cuídala, aliméntala, procura sus necesidades, vigila su comportamiento y sobre todo, dale mucho cariño y afecto. Actualmente la cifra de animales en la calle, en especial perros, aumentó en un 50%. Y cada día aumenta más.

Así que sigue estos pequeños consejos y no contribuyas a que siga aumentando la población de animales en la calle. Recuerda que aunque veas animales maltratados y feos en la calle, algún día fueron parte de una familia.

Bien dice el dicho: "no hagas lo que no te gustaría que te hagan." Los animales son un regalo especial que nos permite conocer nuevos niveles de desarrollo mental y espiritual.

Así que mucho cuidado. A veces los humanos podemos resultar más animales.