EL POR QUÉ
DEL CONTENIDO DE UN BOLSO
Por Rayito Flores
Hoy estaba pensando en lo complicado que es el tema de
manejarse con las cosas que son estrictamente necesarias y por qué nos gusta (a
las mujeres, me han aclarado por FB)
acarrear con un montón de cosas que no lo son.
El tema ha salido cuando le he
echado un vistazo al contenido de mi bolso mientras buscaba las llaves: un
guante (dónde está el otro, no lo sé), un paraguas (hoy hace sol, pero al rato
ya hace frío), un monedero, dos estuches de gafas (uno vacío y el otro con las
de sol), aspirinas, una bolsa de pañuelos sin pañuelos, dos bolígrafos y tres
lapiceros, la agenda, el celular, una libreta, algunas hojas con textos corregidos
a mano, una lista de compras vieja (igual me sirve para uno de estos días),
señas de cómo llegar a casa de una amiga en camión a una hora determinada (para
una cita que ya ha pasado), mi libreta con “libros por comprar” del mes, gotas
para la nariz, el abono del transporte público, unas galletas con chispas (por
si me da hambre cuando esté por ahí), tarjetas de personas que las regalan por
montón casi casi, y finalmente… ¡las llaves!
Lo peor de todo es que luego siempre olvido lo que
realmente necesito (el abono, las llaves, el monedero…) al cambiar de bolso.
Julián, mi peor es nada, me ha propuesto varias veces que me meta todo lo
imprescindible en una bolsita chiquitita y la vaya cambiando de bolso a bolso
para no olvidarme nada… pero claro, la cosa no es tan fácil porque eso
significaría que en cada bolso debería de tener otra versión de lo que se queda
fuera de la bolsita (el otro guante, otro paraguas, las aspirinas…) Y, aunque
generalmente es así, si lo tuviese que hacer conscientemente se me complicaría
mucho la logística. También tengo que reconocer que para mí, empezar a llevar
bolso fue la salvación porque antes llevaba todo esto en los bolsillos, o donde
fuera.
Pero volviendo al tema, esto no sólo pasa con los
bolsos sino también con los interiores de las casas. ¿Cuántas cosas inútiles o
innecesarias guardamos durante años sin darnos cuenta hasta que nos tenemos que
mudar? ¿Cuántos papeles, ropa, juguetes y demás objetos quedan guardados en el
fondo del armario sin volver a ver la luz del día? Y esto sin importar el
tamaño de la casa que generalmente es inversamente proporcional: cuanta más
pequeña la casa más cosas guardamos. De esto nos dimos cuenta hace unos años,
poco antes de mudarnos, y creo que ahora estamos volviendo a almacenar cosas de
más.
La pregunta con la que me he encontrado rebuscando en
el bolso es: ¿Están nuestras casas y entornos (lugar de la universidad, ciudad)
pensados o acondicionados para dar lugar a tanto “guardado”? En una primera
reacción diríamos que sí, después de todo para qué están los armarios,
archivos, cajas y estanterías. Pero si lo pensamos bien y nos planteamos
cuantos metros cuadrados, o mejor dicho cúbicos, tenemos ocupados con objetos
que no usamos nunca; creo que podríamos decir que por lo menos una tercera
parte de la ciudad es un gran basurero (o almacén) en potencia. Y lo curioso es
que cuando hablamos de vivienda o casa, nunca nos planteamos dónde va a meter
el inquilino todos sus trastos. Eso sí, estudiamos los espacios, su conexión,
su relación, etc.; pero nunca pensamos en esa cantidad de espacio inútil que por
lo visto también necesitamos. Esto a excepción de los japoneses, que plantean
sus lugares de almacenamiento entre las diferentes plantas de los pisos,
escalones y demás espacios posibles y presentes sin que éstos hagan uso del
espacio habitable.
Así que sigo preguntándome mientras revuelvo en mi
bolso: ¿por qué cuando hablamos de una casa o vivienda sólo hablamos del
espacio habitable siendo que ese otro, ese que nunca se usa y del que nunca nos
acordamos pero que siempre está presente físicamente, ocupa (literalmente) un
lugar importante de la misma?, ¿Por qué nos contentamos con poner un cuarto
trastero o garage pensando que con
eso solucionamos el problema junto con los armarios y demás artefactos?
Hace poco leía una propuesta para crear viviendas con
contenedores para casas que se pudieran trasladar de ciudad en ciudad, de país
en país, ubicándose en una estructura hecha para ello junto con las casas sus
contenedores como tipo garage. Más
allá de lo que esto pueda suponer para el entorno tanto de tantas casas, como
de la ciudad donde esté ubicado y su arquitectura, no deja de ser otra
alternativa al tema del “contenido del bolso”. Aunque en este caso yo
preferiría que el contenedor fuese “la bolsita” que me sugería Julián,
pudiéndolo insertar fácilmente en una vivienda existente. De esta manera no
necesitaríamos andar empaquetando las cosas cuando nos trasladamos y así seríamos
conscientes de lo que es realmente imprescindible, siendo el resto de la casa
la base junto a la que pondríamos la bolsita.
Pensándolo
bien, el paso del bolso repleto a la bolsita práctica que se traslada de bolso
en bolso viene a ser algo así como el paso de Alicia al país de las maravillas.
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