jueves, 13 de diciembre de 2012

Cinefilia



Hollywood, ¿éxito a partir de la literatura?
Por Sofía  Pardo Reyes
Nuestro nombre no importa,  se nos conoce por nuestros actos.

Michael Keaton en Batman regresa

 

 

Todo el mundo ha escuchado hablar de Hollywood, la famosa sede de la industria del cine estadounidense. Todos hemos llorado, reído, maldecido e incluso soñado con las películas que ahí se producen, considerando a los directores y guionistas unos genios por traernos semejantes historias que nos provocan tantos sentimientos.
Pero, ¿cuántas de esas historias están basadas en libros olvidados por el mundo, y despuntan únicamente porque algún director gringo puso sus ojos en ellas?

     Algunas de estas películas que bien sabemos que provienen de un libro y no de la mente de los guionistas, son la trilogía del Señor de los anillos (y su continuación, El Hobbit), la saga (aunque no completa en películas) de Las crónicas de Narnia, la saga de Crepúsculo, la popular saga del niño mago, Harry Potter; la exitosa trilogía (aún en proceso) de Los juegos del hambre, El perfume, Memorias de una geisha, historias de Julio Verne como Viaje al centro de la tierra, La vuelta al mundo en 80 días y muchas otras más. Pero esto principalmente ocurre porque los libros fueron exitosos antes de que sus películas se estrenaran en la cartelera y fue la popularidad de éstos lo que hizo que Hollywood posara sus ojos en las historias redactadas en papel.

     Pero hay otras películas, igualmente exitosas, que muchos ignoran e incluso se sorprenden al averiguar que tuvieron homónimos en tinta. Algunos ejemplos son El niño con el pijama de rayas, una historia vista (en el libro) desde el punto del pequeño niño alemán, Bruno, que conmueve aún más que la película por su inocencia y la tragedia que vive; El curioso caso de Benjamin Button, cuyo homónimo es un libro escrito por F. Scott Fitzgerald; El diario de Noah (conocido en México como Diario de una pasión) cuya historia conmueve hasta al corazón más duro, escrita por el estadounidense Nicholas Sparks; Forrest Gump, otro éxito hollywoodense que tuvo grandes ganancias y premios de la Academia y fue escrita por Winston Groom; Soy leyenda, un filme de zombis bastante popular protagonizada por Will Smith y cuyo homónimo de papel fue escrito por Richard Mateson (un dato curioso es que en el libro son vampiros los que atacan el mundo, no zombies); El diablo viste a la moda (cuyo nombre original es El mal viste Prada, traducido al español) es otra película muy exitosa protagonizada por Anne Hathaway y Meryl Streep y está basada en el best-seller escrito por Lauren Weisberger; Yo robot, protagonizada por Will Smith, está basada en una compilación de cuentos escrita por el futurista Issac Asimov; Marley y yo, una divertida y tierna historia de un cachorro y su dueño, fue escrita originalmente por John Grogan (otro dato curioso, este libro es una autobiografía); La naranja mecánica, llevada al cine magistralmente por Stanley Kubrik la escribió el novelista Anthony Burgess y así muchas más, tantas que nos sorprenderían.

     Eso nos dice que el éxito Hollywoodense se debe a la imaginación de cientos (incluso miles) de novelistas y cuentistas que redactaron sus historias en papel y  a que los inteligentes y certeros ojos de los cineastas se posaron en ellos. Así que si la película nos hace sentir tantas cosas, cuántas o más emociones no sentiremos al leer los libros, muchos escritos con tal destreza que nos transportarán a otros mundos y nos harán sentir parte de ellos, en lugar de verlos como entes ajenos, a través de los ojos de alguien más (en este caso el lente).

     Hollywood le debe mucho a la literatura, y creo que ésta, más que la industria cinematográfica, debería de tener nuestro respeto y admiración. Siempre es hermoso contemplar una película, sufrir, llorar o reír y enamorarnos mediante imágenes y sonidos, pero nunca se comparará con el placer de oler  un libro (ya sea nuevo o viejo), de tenerlo entre tus manos y poder transportarte mediante la imaginación a otros lugares ya que en fin, como ha dicho Stephen King: “Hay otros mundos aparte de estos”.

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